miércoles, 12 de noviembre de 2008

COMBATE DE NATURALEZA MUSICAL




El armadillo llora, llora con acordes de instrumento; el clamor repiquetea a charango. Sus ojitos lacrimosos se posan en el ser alado que está frente a él, muestra sus garras y dice: —Discúlpame, te lo ruego, no puedo evitarlo. Está en mi naturaleza.
El ángel llora. Pero este llanto es de arpa, de lira. Eleva su mirada cándida al cielo. Luego, como poseso, la clava en el animal y dice: —Yo tampoco puedo evitarlo. También está en mi naturaleza.
Se desvanece la escena. Alguien comienza la cuenta regresiva y grita: — “Knok out”— Suena un Réquiem.
No sabemos si en el mundo hay un charango más, o un arpa menos.

DEMASIADAS MANOS EN EL PLATO




En un principio:
Dios hizo a Adán asistido por 365 ángeles, mientras dos Arcángeles los observaban guarecidos a la sombra de una palmera.
—Gabriel, ¿no te parece que podríamos dar una mano? Para mí que les está saliendo medio defectuoso.
—Guardá tu espíritu comandante aunque más no sea por un rato, Miguel. Nuestro Señor dijo que Él se ocupaba. Además, nosotros somos personal jerárquico, no tenemos por qué embarrarnos. Acordáte que aún no existe Eva, ¿quién nos lavaría la túnica?
En un después:
—Yo te lo advertí, Gabriel. De haber desde un principio coordinado a las huestes celestiales, que es nuestra tarea, no estaríamos ahora exhaustos, batiendo alas por doquier para enmendar tanto infortunio.
—Reconozco el error, pero, ¡¿cómo imaginar que Dios y 365 ángeles juntos no iban a prever en su obra la necesidad de un cerebro?!

LA OTRA COMEDIA




Mortalmente desconsolado, la encuentra flirteando, muy fresca, en el Canto I. Para Beatriz, habitar siglos de Paraíso se había tornado un Infierno.

jueves, 16 de octubre de 2008

ENMARQUES PARA UN SILENCIO


Desde que tía Clara vino a vivir con nosotros, ya no puedo dormir. Los gritos que se escapan del cuarto de papá y mamá son ensordecedores. No entiendo porqué a mami la geometría le resulta tan fastidiosa, dice no soportar más el triángulo amoroso que significa su hermana. A mí, para ser sincera, como es un poco gordita más me parece un círculo; pero lo de amorosa, es verdad.
Yo a la tía la quiero mucho, hasta tengo en mi mesita de noche una foto de ella; pero más quiero que todo vuelva a ser como antes de que ella llegara y poder dormir tranquila.


Cuando Clara desapareció sin dejar rastros, mis padres se preocuparon un tiempo, hasta que todo volvió a la normalidad.
Ahora, al acostarme, beso la fotografía desde la cual se deshace en gestos desesperados, se pasa la mano por el cuello, como dando a entender que me quiere asesinar. A veces, hasta llora; pero hay tal sosiego en casa, que ni loca la saco del portarretratos en donde la escondí.

LA MALA EDUCACIÓN


Era necesario volver. Llevaba años de rejas sin poder depositar flores a mi secreto.
Martillan a diario el sonido de los tacones lejanos que anuncian su llegada. Mi carne, trémula, aguarda que se acerque. Como todas las noches, luego de atarme a la cama y encubierta por las tinieblas de mi cuarto, hace a un lado los prejuicios: —No se puede luchar contra la ley del deseo —repite entre gemidos que abofetean mi llanto.
Acá, en el pueblo, mirándome de soslayo, me han apodado “el matador”. Nunca supieron porqué la maté; jamás tuve el coraje de contar todo sobre mi madre.

lunes, 22 de septiembre de 2008

MIENTRAS ATENEA DUERME



Cancerbero seduce a Circe, que termina convirtiéndolo en un Adonis. Ariadna no recuerda qué debe hacer con el ovillo, se pone a tejer una capa que cubrirá al mendigo que por allí pasa portando arco y flecha, flecha que disparada por casualidad acaba con la vida de un tal Zeus que deambula sin su égida. En los aposentos de Penélope dejan una caja en la cual la personificación de la paciencia jamás reparará urgida por otros menesteres: los calores que provoca en ella un caballero de nombre Apolo. Orfeo, harto de la melodía tapa sus oídos con cera, se deshace con brusquedad del instrumento que toma Eurídice y hace sonar, Hades, embelesado por la música se quita el casco para besarla perdiendo así su invisibilidad y el reino de las sombras, convertido en hogar de flores, corazoncitos y mariposas, cierra por falta de trabajo. Caronte, ahora desocupado, se dedica a vagar por los mares llegando a Esparta, donde se enamora perdidamente de una belleza llamada Helena, amor que, correspondido, los lleva a escapar a la isla de Creta, donde, como niños, pasan horas divirtiéndose en un laberinto...

Ninguno supuso que aquella inocente celebración a la cual fueron invitados por Dionisos, terminaría desencadenando una hecatombe beoda tan Olímpica que daría vuelta la historia.

jueves, 18 de septiembre de 2008

EL MEO QUE RECRIMINAS, ES SEÑAL DE MI DESCONSUELO


— ¿¡Hasta cuándo voy a tener que seguir limpiando los charcos que dibujan en el piso tus meadas!? ¿¡Aprenderás alguna vez que para algo existe un agujero en el water!?
Le habían precedido en la balacera de improperios las gotas en el espejo, de cuando me afeitaba o me cepillaba los dientes. Hacía tiempo la venía escuchando sin emitir sonido, pero hoy, su vómito en palabras era el corolario de las que estuvo sumando para la resta. Habíamos llegado al cero:
— Martha... ¿los hombres, lloran?
— ¿A qué viene la pregunta? ¡Ah!... Excusas para escapar por la tangente. ¿Cómo reza el dicho del sordo que no quiere oir?
—Recuerdo el del ciego que no quiere ver. Disfrazo mis lágrimas de meo o gotas en el espejo porque, se supone, que los hombres no debemos llorar.

Sonrió. Me sentí como una gallina a la cual terminaban de acorralar para retorcerle el pescuezo. La debilidad que con perfidia me hizo confesar, justificaría el veredicto.
Entonces, se sacudió mis plumas, sacó un Marlboro con sus garras y fijó cual orate su mirada en un punto del horizonte.
Mientras la fiera esparcía el humo, dijo: — ¡Que pase la siguiente víctima!